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Channel: Caminando por el Berguedà
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5/10/2012 – La Torre de Foix

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Fiel a nuestra promesa, volvemos a la pista de las torres de alta tensión encima de los edificios mineros de Figols. Hoy, hace un día espléndido. La intención era acabar el camino que baja de la Torre del Far que tuvimos que dejar a medias la semana pasada y también, si es posible, buscar otro camino que subía a la Torre de Foix, aunque no tenemos grandes esperanzas de encontrarlo.


Aquí, quisiera hacer un inciso. Desaconsejo absolutamente el Canal Industrial como ruta senderista. Hay un camino que lo bordea pero está pensado únicamente para trabajos de mantenimiento. En algunos lugares es muy amplio pero en otros es una repisa estrecha de hormigón colgada sobre una caída de 20 ó 30 metros con sólo un cable como pasamanos. También cuando el canal baja lleno, una caída al agua puede tener consecuencias nefastas, ya que una vez dentro del agua, no es fácil salir. Nosotros lo seguimos porque (i) nunca lo hemos hecho y queremos conocerlo todo, (ii) es parte de la historia de esta comarca y aún quedan restos de la época de su construcción, y (iii) sobre todo, porque los caminos existían antes del canal y tenían derechos consolidados y cuando el canal cortaba un camino, había que construir un puente, lo que facilita enormemente su localización.

Uno de los puentes sobre el Canal Industrial que indica la existencia de un camino

Llegamos al Canal Industrial y giramos a la derecha, hacia Figols, para acabar de ver su trazado. Al cabo de unos 500 metros, desaparece en un túnel y lo dejamos allí. Un camino nos lleva a una de las torres eléctricas al lado de la pista, que volvemos a bajar.

He tenido una semana muy dura, peleando con unas traducciones especialmente difíciles y hoy, con este día tan soleado, tengo una sensación de liberación, lo mismo que debe sentir un perro cuando por fin se le saca a pasear por el campo.

Desde que nos reunimos en el Mikado, Pep y Carles han estado hablando de documentos, del estado de abandono de los yacimientos arqueológicos y otras cosas serias. Yo, por mi parte, me dedico a llenar mis sentidos, incluido el sexto, con sensaciones y no puedo evitar confesar lo que ya debían sospechar todos: “Aquí vengo para divertirme”. Sorprendentemente, Pep se muestra comprensivo: “No creo que sufras por el desnivel hoy”, me confía, con una sinceridad convincente.

Seguimos nuevamente el Canal hacia Guardiola y, en una entrada en un túnel, vemos un camino que sube en la cresta que baja desde la Torre del Far. Con más o menos dificultad, lo vamos siguiendo por un fuerte pendiente hasta situarnos al pie de la roca que Pep dijo que yo no pasaría. Pero yo no veo una pared vertical sino una cosa bastante asequible y así se lo hago saber. “Pero no es lo mismo de bajada que de subida”, matiza Pep.

Una vez hecho el enlace, volvemos a bajar al Canal y seguimos el mismo camino de bajada hasta un promontorio encima del río, donde lo dejamos. Continuamos por el Canal, anotando algunos puentes y uno en particular que promete y un par de hornos de cal construidos para hacer mortero para las obras del Canal. Llegamos a la carretera y damos la vuelta.

Empezamos a subir ese camino que prometía. Al poco rato, llega a una carbonera pero no acaba allí, como pensábamos, sino que continúa, buscando una vía para superar las rocas y luego entra en un barranco que baja en diagonal desde arriba, subiendo con eses interminables. No hay duda que estamos haciendo historia, recuperando el trazado de un camino histórico y prácticamente olvidado pero, abriendo paso por la vegetación, la subida es agotadora. Tras 230 metros de desnivel, por fin salimos a los campos de la Torre de Foix. Mirando mi cara de extenuación, Carles me pregunta: “¿Así que sólo vienes para divertirte?”. Bueno, por otras cosas también, supongo.

La Torre de Foix con la iglesia de Sant Climent

La Torre de Foix es una casa grande que esconde en su interior una torre medieval que, entre otras cosas, vigilaba el camino que sube desde el Collet y pasa por el Grau de Sant Climent hacia Vallcebre.
Pep empieza sus clases de música hoy y tiene que volver a una hora razonable. Decide que será más fácil volver por la carretera que deshacer la subida.

Un rincón de belleza natural y geológica en un paisaje todavía dañado

Nos encaminamos hacia El Jou pasando por el paisaje rascado de la antigua explotación a cielo abierto. En El Jou, buscamos la carretera y entramos en Sant Corneli. Hay un solo autocar aparcado en el Museo de las Minas y en el restaurante, se oye el acordeón que seguramente está animando a los pensionistas que han venido a cantar y bailar.

El Museo de las Minas de Sant Corneli

No queremos estropearles la fiesta y buscamos el pequeño parque pasado el parking. Aquí almorzamos. Unas prensas medievales han sido juntadas para formar una escultura moderna, dando fe del pasado vinícola de la zona. “Que salga en tu blog”, me conmina Pep. “Oído”, le digo.

Prensas de viña convertidas en escultura

Después de comer, sólo nos queda bajar la carretera hasta el coche.

Vista del Berguedà post-industrial, con los edificios de las minas de Figols, la torre del Conde de Figols, la central eléctrica (ahora parada definitivamente) y el pantano. Hace no tantos años, esto era un hervidero de actividad.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14,4 km; 585 metros de desnivel acumulado.

7/10/2012 – Caminos entre Guardiola y Sant Julià de Cerdanyola

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Hoy he quedado para salir con Josep Mª. Tras algunas vacilaciones, me decanté por una ruta que enlaza caminos que suben desde Guardiola hasta Sant Julià de Cerdanyola. Hasta ahora, el blog no tiene ninguna entrada para este municipio, que fue mi primer descubrimiento serio del Berguedà, hace ya casi 20 años. Llegué aquí un soleado día de mayo desde el mundo gris de Barcelona y vi un paisaje lleno de verde; cantaban los pájaros, revoloteaban las mariposas, había flores por todas partes y el suave ruido del agua que pasaba por pequeños canales para regar los huertos. Me quedé cautivado.

Así que aprovecharé el día para enseñar a Josep Mª un poco más de su comarca. Dejamos el coche en la primera curva de la carretera que sube a Sant Julià de Cerdanyola, donde un rótulo indica Les Nou Fonts.
Bajamos por una pista que cruza un pequeño torrente. Un camino sube por la izquierda que lleva a una especie de gruta al lado de una pequeña cascada. Unos surcos de cemento canalizan el agua que sale de unos agujeros en la roca. Hay una mesa y asientos de hormigón. Es un lugar muy fresco y agradable en verano pero gélido en invierno ya que no le toca nunca el sol.

Entrada al merendero de les Nou Fonts

Volvemos a bajar hasta el torrente y caminamos en el otro sentido, primero por el lecho del torrente seco y luego siguiendo un camino claro que hace un flanqueo por el bosque paralelo a la carretera, donde enlaza con el camino principal que sube a Sant Julià desde el Collet y ahora parte de la Xarxa Lenta. A medida que vamos subiendo, las vistas se abren, tanto hacia el oeste, con el valle del río Saldes y Pedraforca, como hacia el este, con el torrente de l’Albiol y los pequeños campos – seguramente antiguos viñedos – colgados entre las rocas.

 A la derecha, se ve la casa de la Torre de Foix y las cuestas que subimos la semana pasada

 El día fue mejorando, ofreciendo estas vistas de Pedraforca desde el camino del Collet

Y del valle de l'Albiol, con las pequeñas terrazas a la izquierda

Lástima de la línea de alta tensión que va al Coll de Pal pero aún así, es un camino histórico y digno de seguir. Salimos en el lugar llamado Cap dels Roquets, donde hacen el tiro al plato.

El camino del Collet, justo antes de salir al Cap dels Roquets

Seguimos subiendo con una valla de una finca por un lado y los riscos por el otro, hasta el Cap del Grau, donde el canal de riego cruza un camino que baja hacia el fondo del valle de l’Albiol. Siempre ha sido un lugar muy agradable para pasar un rato, con unas vistas inmejorables. Ahora, al acercarnos, veo dos bancos y empiezo a sospechar lo peor. Al llegar a los bancos, veo que el entrañable camino que venía de llano, dando la vuelta del Puig, ahora es una pista a la que, además, sólo se podrá acceder en todoterreno. “No va nadie”, me asegurarán luego en el bar abajo donde tomamos un café.

Josep Mª se acomoda en el Cap del Grau

Cada tantos años, este municipio me da disgustos. Primero fue una fea pista de desembosque abierta sobre un bonito camino que bajaba desde la Artigassa hasta el Collet de les Bitlles hace unos diez años. Luego, hace unos cinco años, otra pista de desembosque que destrozó parte del antiguo camino de Malanyeu a Falgars, convirtiendo la pintoresca Font de les Estorales en una bañera metida en un charco fangoso. Y ahora esto.
Nos sentamos en los bancos para tomar un refrigerio. Sigue una conversación larga y uno de sus frutos es una propuesta por parte de Josep Mª de prepararme para un examen oficial de catalán a cambio de conversación en inglés. Tentador.

Vista del Forcat, con una parte de las terrazas de Les Deveses

Y el pueblo, mirando hacia Falgars con las montañas del Catllaràs detrás

Bajamos al lado del canal hasta la cruz (donde hay más bancos y un mirador) que marca la entrada al pueblo. Tras tomar el café susodicho, continuamos hasta el cementerio donde arranca el camí ral y también parte del GR4. Es un camino muy interesante, todavía empedrado en muchos puntos, que baja al lado del río de Cerdanyola, con la vista delante de las interminables terrazas de antiguos viñedos de les Deveses y uno de los rasgos distintivos de este pueblo, y empalma con la carretera en la ermita de les Esposes. Cerca de aquí, en la carretera, hay otro mirador con más bancos que ofrece buenas vistas del valle del Llobregat. A partir de aquí, el camino va bajando la cuesta, cruzando las curvas de la carretera, hasta dejarnos delante del coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,5 km; 370 metros de desnivel acumulado.

2/11/2012 – La Farga de Palmerola

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El 18 de octubre, Carles y yo salimos en un día inapacible para intentar aclarar colitas (ver Glosario) debajo del Portell del Llop, entre Berga y Cal Rosal. En la mitad de los caminos, tuvimos que dar la vuelta por la vegetación que hacía físicamente imposible continuar y no pudimos acabar de enlazar un camino muy interesante que debía ir de Mas Ribera a Cal Rosal.

Las ruinas de Mas Ribera y detrás, Vilarrasa, al otro lado del Llobregat

La semana siguiente, la lluvia nos obligó a quedarnos en casa y por fin, para hoy, iba a hacer buen tiempo. Es puente de Todos los Santos y Carles tiene el hotel lleno de buscadores de setas urbanos y no puede venir.

Pep me sugiere ir a la Farga de Palmerola en la Riera del Merlès y hacer una ruta rectangular hacia Serrallonga. La zona está fuera de nuestros mapas, lo que nos obliga a recurrir al mapa del Alpina, con las limitaciones que ello nos supone por lo incompleto.

De la fragua sólo quedan unas ruinas debajo del refugio de Puigcercós y la presa que desviaba el agua a la balsa. Funcionó como fragua durante unos 70 años, con mineral traído del Ripollès, y luego como molino harinero.

 El refugio de Puigcercós al sol y debajo, todavía en la sombra, las ruinas de la Farga de Palmerola

La presa de la Farga

Tras hacer una visita detallada, tomamos la pista hormigonada hacia Hostalet. Teníamos que tomar una pista hacia la derecha pero yo esperaba algo más marcado y obligo a Pep a continuar caminando por la pista hasta tener la carretera de Ripoll a la vista. Una vez más, Pep tiene razón; damos la vuelta y tomamos la pista poco clara, que es la buena. Al no tener a Carles, no le queda más remedio a Pep que hablar conmigo y, entre otros temas variados, me va explicando sus lecturas en los archivos. Ahora mismo, tiene material para varios doctorados pero como no le gusta escribir, se enfrenta a la disyuntiva de documentar sus hallazgos escribiendo lo mínimo posible.

Vamos topando con buscadores de setas pero el frío de la semana pasada ha frenado la temporada en seco en estas partes y en sus cestas sólo se ve algún ejemplar de segunda línea. En las inmediaciones de Can Peligrí, el Alpina marca un camino que sale a la derecha para pasar el Mal Grau. Sin embargo, lo que sube es un vulgar camino para bajar troncos pero al cabo de poco rato, entra en un camino transversal cuya categoría y antigüedad es indudable.

El camino del Mal Grau

Lo seguimos hacia la izquierda y empalma con la misma pista, un poco más allá, con una tendencia clara hacia Les Lloses. Damos la vuelta y nos encaminamos hacia el Mal Grau, ahora convertido en Bon Grau gracias a las máquinas picadoras que lo convirtieron en pista. Vamos dejando caminos de aspecto interesante a derecha e izquierda.

Vista desde el Mal Grau; a la izquierda, la sierra de Picancel, a la derecha, el pueblo de Vilada y al fondo, las montañas de Capolat y Rasos de Peguera

Almorzamos en la cresta y luego continuamos por un camino hasta salir en la pista de Serrallonga. Pasamos por Serrallonga de Dalt, Serrallonga de Baix, Sant Pere de Serrallonga y Comià, antes de tomar el PR hacia Danyans. El camino empieza como un camino de arrastrar troncos pero se empalma con otro de más categoría y finalmente sale en la pista de Danyans. Seguimos bajando hasta llegar nuevamente a la Farga.

La iglesia románica, restaurada, de Sant Pere de Serrallonga

Pep se declara complacido con esta zona, que ofrece múltiples atractivos. Lástima que no tenemos mapas.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 12 km; 415 metros de desnivel acumulado.

16/11/2012 – Viladonja

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El día 9, quisimos mirar la zona de Viladonja pero la lluvia nos obligó a dar la vuelta tras recorrer tan sólo un kilómetro desde Can Cases, cerca de la carretera que va a Sant Esteve de la Riba.


La casa de Viladonja. En el fondo, los campos y bosques de Moreta

Hoy, volvemos a probar suerte. Esta vez, dejamos el coche en l’Hostalet, en la carretera de Borredà a Ripoll, que todavía funciona como posada. Nada más salir del coche, el gato de la casa salta dentro y empieza a lavarse, contento de haber encontrado un lugar cálido y confortable. Pero, como todo lo bueno en esto mundo, su felicidad es efímera y sólo dura lo que tarda Pep en expulsarlo.

El gato se aleja ofendido pero el perro de la casa nos acompaña hasta el límite de su territorio al otro lado de la carretera. Entramos en la pista al otro lado, marcado como PR. La idea era seguir el PR hasta Viladonja pero hoy nos distraemos con el primer camino que nos sale al paso y dejamos la pista. Y así vamos haciendo la subida, a veces en la pista y a veces explorando caminos que salen a un lado y otro.

Dejamos la pista definitivamente para seguir un camino que tiene más apariencia de forestal que de otra cosa, que nos lleva por la Baga de Maçanós hasta la cresta, y de allí al Pla dels Quatre Terminals y el Collet de Finestrelles.

En el camino, vamos encontrando setas. Carles saca la bolsa y Carles y Pep inician el expolio. El ritmo de la marcha se enlentece. Como una especie de Hacienda setera, reclamo mi derecho de llevar a casa el 20% de todo lo recogido.

Después de comer en el Collet de Finestrelles, continuamos por la cresta hacia el Coll Senyorit. Carles ya tiene la bolsa casi media llena pero al llegar al collado, oímos voces y salen dos hombres con dos cestas enormes y una bolsa de supermercado llenas de setas. En total, deben haber unos 30 kilos. Carles esconde la bolsa detrás de la espalda para no hacer el ridículo.

Buscadores de setas en el Coll Senyorit

Bajamos la pista hacia la iglesia de Viladonja, que visitamos, y, dando un rodeo a la casa, que está habitada, buscamos un camino que nos suba a Cal Jaumet, en la cresta al sur y donde tuvimos que dar la vuelta la semana anterior. Desde Cal Jaumet bajamos la cuesta del sur, en busca de dos casas marcadas en el mapa del Alpina. Con alguna dificultad, las encontramos, dos casas muy humildes, situadas cerca de las zonas más llanas de la pendiente. No cuesta mucho imaginar la dureza de la vida de sus moradores. “Seguro que se sentaban en la última fila en la iglesia arriba”, observo.

Santa Eulàlia de Viladonja

Una vez anotadas las casas, bajamos por un camino inicialmente muy tapado hasta Can Cases, cruzamos la riera por el camino de la fuente de la casa y volvemos a empalmar con la pista del PR hasta llegar nuevamente al coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,2 km; 430 metros de desnivel acumulado.

30/11/2012 – Solancornut

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La semana siguiente fui a Inglaterra. Disfruté de 3 días de lluvia, medio día de viento y medio día de sol.


Esta semana, volvemos a ser Pep y yo. Ahora tengo mapas que he podido imprimir en el plotter del Telecentre de Berga por un precio muy módico. Pep no siente la necesidad de tener esos mapas pero para mí, tenerlos es como devolver la vista a un ciego.

Hablando con Pep por teléfono el día antes, me pidió buscar un valle entre Viladonja y Sant Esteve de la Riba. Mirando el mapa, sólo hay uno, el de Solancornut (un nombre que valdría la pena investigar algún día). El Alpina marca dos casas, la del mismo nombre y la Casa de la Baga al otro lado del valle, con un entramado de pistas entre las dos.

Hoy es el día más frío de lo que llevamos de invierno. En el Mikado, entretengo a Pep con preguntas sobre sus actividades y descubrimientos para retrasar un poco la salida y que el sol suba un poco más.

Aún así, bajamos del coche con 0ºC. Entramos en la pista que sube por la cara norte del valle, mirando como la luz del sol va llegando al otro lado del valle. Parecemos destinados a pasar la mayor parte del día caminando en la penumbra.

No puedo resistir la tentación de subir los caminos que van apareciendo y que invariablemente mueren en carboneras. Pep muestra una paciencia admirable y me tolera estos desvíos, aunque lo que él realmente quiere hacer es buscar las casas. Por fin, cruzamos la riera y entramos en la cara sur y, por primera vez desde que salimos del coche, vemos el sol . En la pista, Pep anota los restos de un mas medieval pero no es la casa marcada como Solancornut en el mapa del Alpina. Con cierta dificultad, la encontramos – una casa pobre de la que apenas quedan algunas paredes de 1 metro de alto.

Volvemos a las sombras de la cara norte, explorando más caminos, y llegamos a la Casa de la Baga, situada en uno de los pocos lugares de la umbría donde llega el sol de invierno. Nuevamente, una casa pobre con los restos de algunas paredes. Detrás de la casa, un gran camino transversal, hacia Viladonja en una dirección y hacia el fondo del valle en la otra. Aquí comemos.

Pep escudriña al otro lado, hacia Solancornut. “Hay una tercera casa”, me dice. “Allí, detrás de la vaca”. Busco la vaca y detrás veo lo que parece ser un muro. “¿No será el muro de un bancal?”, aventuro. Pero Pep insiste. Ya sé dónde iremos después de comer.

Vista desde la Casa de la Baga: Las rocas de Castell de l'Areny y detrás, la Serra d'Ensija, ya con nieve

Seguimos el camino transversal detrás de la casa hacia el noreste, cruzamos nuevamente la riera y Pep, con su orientación infalible, nos lleva a la nueva casa, situada unos 250 metros de la primera, más grande y abandonada bastante después y que seguramente es el Cal Solancornut auténtico.

Restos de la casa de Solancornut

Se acerca la hora de la clase de música y hay que volver. Veo un camino que marcha hacia el oeste y lo sigo. Va pasando por los campos y Pep me asegura que acabará muriendo, al igual que todos los demás caminos que le he hecho seguir. Pero los británicos también sabemos ser tercos y no dejo que aflore la duda en mi mente. Los campos acaban y el camino continúa. “Ya me gusta más”, concede Pep. El camino gira hacia el norte y entra en la umbría. Ahora su trazado es inconfundible y seguimos un camino perfectamente formado y con una intención clara de llegar a Sant Esteve de la Riba. No está en el mapa del Alpina.

El camino de Solancornut a Sant Esteve de la Riba

Llegamos al Rec de la Riba, cruzamos la riera y entramos en la pista hormigonada debajo de la casa de la Riba. Volvemos por la pista hacia el coche pero constatamos que la pista no se hizo del todo encima del camino antiguo. Donde antes hubo obstáculos, ahora aniquilados por la maquinaria moderna, el camino antiguo se separa y busca otro trazado, del cual se marchan otros caminos que algún día habrá que explorar.

Una de las balsas del Rec de la Riba

Justo antes de llegar al coche, nos desviamos nuevamente de la carretera para entrar en una zona donde el Alpina marca al menos cuatro casas. Detrás del bosque que bordea la carretera, vemos campos, alguna pared sospechosa pero no hay tiempo para más y tenemos que dejarlo para otro día.

Nos va gustando cada vez más esta zona. Como en todas partes, hay pistas forestales pero aún quedan muchos caminos y abundantes casas para buscar. Creo que pasaremos aquí buena parte del invierno.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,8 km; 340 metros de desnivel acumulado.

7/12/2012 – Buscando los caminos de Sobirats

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Hay una zona que todavía tenemos bastante en blanco y es la ribera izquierda del Merdançol desde Borredà hacia Sant Jaume de Frontanyà. Logro convencer a Pep para que la visitemos. Hoy vuelve a ser un día gélido.


Aparcamos el coche en el camping de Campalans, de propiedad familiar y con la masía convertida en hotel rural de mucho encanto. Saludo al hijo, Jordi, que conocí el año pasado en un curso sobre “Cómo hablar en público”. De momento, ni él ni yo hemos hablado en público desde entonces. Él también tiene mucho interés en saber qué hay al otro lado del río ya que, desde el camping, lo único que se ve son pinos.

Presa del molino de Campalans

Bajamos al río y localizamos la presa del molino de Campalans. Caminamos río abajo por la pista hasta llegar al molino, que ahora se alquila dentro del camping como apartamento. En un anexo, todavía se ve la maquinaria para moler el maíz y hay ruedas de moler repartidas por el jardín.

 La casa del molino de Campalans

Y una vista del jardín con una rueda de moler

Continuamos por la pista hasta llegar a la presa del molino siguiente, el de Sobirana, cruzamos el río y llegamos al molino, ahora arreglada como casa de fin de semana.

La presa del molino de Sobirana

Es hora de entrar en el bosque y volvemos a subir hacia el norte, anotando caminos que bajan a los molinos. Me despido del sol que disfruté de forma efímera en el molino de Sobirana. El ruido de las motosierras y de los árboles que caen nos impide ir más hacia el este y caminamos por un bosque frío, hostil, desierto. El ambiente es cada vez más sombrío y finalmente entramos en la umbría encima del Rec dels Nou Fonts. Aquí no llega el sol en todo el día y hay escarcha en el suelo.

Caminamos por un país helado hacia Sobirats

Algún día, alguien me tendrá que explicar porqué en invierno pasamos todo el día sin apenas ver el sol y en verano, subimos cuestas pedregosas sin sombra bajo un sol que no aguantan ni los lagartos.

Los mapas de las Minutas habían marcado caminos hacia Sobirats pero no logramos encontrar ni uno. Sólo pistas, escarcha y un caos de ramas cortadas. A lo lejos, vemos la casa de Sobirats y buscamos la manera de llegar. Cuando uno va por la carretera de Sant Jaume de Frontanyà, la solana de Sobirats se ve como una especie de altiplano, misterioso e inaccesible. Pero hoy por fin los misterios se van a aclarar.

Dejamos la pista principal para bajar por una pista secundaria al Rec. Con cada metro que bajamos, parece que la temperatura desciende un grado. Cruzamos la riera con un frío siberiano y nos apresuramos a buscar el sol al otro lado. Todavía sin encontrar caminos, subimos por los campos hasta salir debajo de la casa. Se ve bastante arreglada y posiblemente habitada. Pep, aunque no duda en opinar que los propietarios de los terrenos deben permitir el paso libre por los caminos tradicionales, siente un gran respeto por la propiedad de las casas y, al verla arreglada, no quiere acercarse y nos obliga a almorzar en los campos debajo.

Después de comer, seguimos un camino hacia el norte pero se muere en los campos. Cruzamos el barranco y continuamos hacia el oeste, pasando por terrazas interminables de campos de cultivo, sin ver nada que se parezca a un camino. Tengo la sensación de que hemos estado en todas partes excepto donde están los caminos. “Tendríamos que haber subido a la casa. Desde allí, habríamos visto los caminos”, recrimino a Pep, mientras intento desenredar una zarza que me tiene cogida una pierna. Pep no contesta.

Cambiamos de rumbo para buscar otra casa, más pequeña, llamada Cabanes. Desde allí, sale un camino, el primero medianamente decente desde que dejamos el coche. Salen otros caminos secundarios, hacia el Molino de Cabanes en un sentido y hacia Sobirats en el otro. Pero ya no hay tiempo para explorarlos. Por fin tenemos una llave pero nos hemos quedado sin tiempo para abrir la puerta.

Algún día, alguien me tendrá que explicar también cómo es que muchas veces encontramos los caminos interesantes al final, cuando sólo nos queda tiempo para volver al coche.

Volvemos a cruzar el Rec dels Nou Fonts y entramos nuevamente en la tierra del frío eterno y las pistas de desembosque. En una cresta, bajamos por un camino que yo ya conocía, que nos lleva a una captación de agua en el Merdançol. Aquí hay un poste de la Xarxa Lenta invitándonos a seguir el camí ral de Borredà a Sant Jaume de Frontanyà.

Siguiendo el camino del agua hacia Campalans

“Es muy majo pero parece más bien el camino del tubo de agua”, dice Pep. A mí me parece recordar de mis lecturas de César August Torres que el camí ral pasaba por el otro lado del río hasta el Molino de Terradelles. Pero no hay tiempo para aclarar dudas; la hora de la clase de música se nos echa encima y vamos casi al trote hacia Campalans.

Jordi nos sale al encuentro. “¿Qué habéis encontrado?”, nos pregunta, ansioso. No podemos explicarle mucho; hemos estado en todas partes pero no hemos visto nada. Habrá que volver.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,9 km; 470 metros de desnivel acumulado.

20/12/2012 – Castellsec de Viladonja

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De nuestra salida a Solancornut y la Casa de la Baga (ver salida del 30/11/2012), quedaba pendiente el paso hacia Viladonja. Propongo a Pep que lo miremos. Además, en una de las salidas a la zona de Moreta que hice con Carles en el otoño de 2010 (¡cómo pasa el tiempo!), habíamos llegado a la carretera de la Riba y habíamos dejado una colita (ver glosario) interesante cerca de Ca l’Escloper que parecía ir precisamente a esa zona. Propongo a Pep que empecemos desde esa colita. Además, el mapa del Alpina marca un camino un tanto extraño con forma de flecha que sale de Viladonja hacia el Serrat del Vent, pasa por Castellsec y entra en a la umbría para llegar a otro collado en la Era del Ferrers. Propongo a Pep que busquemos ese camino.

Dejamos el coche cerca de Ca l’Escloper y nos encaminamos hacia la susodicha colita, que encontramos tal como la dejamos hace más de dos años. Como no podría ser de otra manera, se encamina hacia la umbría pero el camino está despejado. Al final, nos deja en la misma pista que seguimos hacia Solancornut pero ni hace tanto frío ni tanto viento. Aprovechamos la falta de obstáculos en la pista para hablar de todo; al ser tres, las permutaciones se multiplican y pasamos una media hora muy entretenida. En la bifurcación, tomamos la pista hacia la Casa de la Baga pero en vez de subir a la casa, continuamos por la pista para ver si hay más caminos. Unos 600 metros después, sale un camino en V, una rama hacia la izquierda y otra hacia la derecha. Hay que elegir y vamos hacia la izquierda con la esperanza de hacer la unión con el camino tan bonito que vimos en la Casa de la Baga.

Pero un laberinto de caminos que van enlazando distintos niveles de carboneras nos lo impide. A medida que vamos zigzagueando hacia arriba, vemos la niebla que cubre los valles de Riba y del Merlès hacia abajo.

Siguiendo caminos de carboneros

Vamos ascendiendo hacia la cresta, donde seguramente nos estará esperando el sol. Busco un lugar despejado para tomar fotos pero hay demasiados árboles. Apelo a los conocimientos de Carles como antiguo taekwondista para que me derribe algunos árboles pero hoy no tiene el día. Por fin, entroncamos con un camino transversal bien formado. Consulto mis mapas: “Estamos en el camino del Alpina”, proclamo. Lo seguimos hacia la izquierda y salimos en la Era dels Ferrers, donde hay una barraca, una balsa, algunos campos … y el sol. Damos la vuelta para entrar nuevamente en las sombras y salimos nuevamente al sol en Castellsec que, más que casa parece una barraca grande. “Justo a tiempo para el almuerzo”, pienso. Pero aún no hemos acabado. Vemos un camino muy marcado que baja que, tal como sospechábamos, nos lleva a la segunda rama del camino en V. Hoy, nos está saliendo todo de perlas.

Llegando a Castellsec con la niebla ya a las puertas

Satisfechos, nos encaminamos otra vez hacia Castellsec para disfrutar de un merecido refrigerio bajo la suave calidez del sol de diciembre. Llegamos a la cresta justo para ver cómo la niebla, que está subiendo desde los valles, nos tapa el sol. Es como si alguien hubiera abierto al lado nuestro la puerta de una enorme nevera. Resisto la tentación de clamar contra la crueldad de un universo injusto y saco el bocadillo y la cerveza inglesa.

Cuando acabamos, se empieza a ver nuevamente un disco pálido pero sin calor que representa el sol. Seguimos el camino del Alpina hacia la punta de la flecha pero se parece más a un camino de vacas que va bordeando los campos aterrazados y damos la vuelta. “El camino auténtico tiene que estar debajo de la casa”, dice Pep. Y allí, justo donde lo dijo, lo encontramos; un camino ancho, bien marcado, que va bajando con eses elegantes directamente hacia la iglesia de Viladonja, que no tardamos en ver. Ya disfrutando del calor del sol de la tarde, hacemos el último kilómetro hasta el coche.

El camino que nos lleva directamente a la iglesia de Viladonja

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,7 km; 310 metros de desnivel acumulado.

22/12/2012 – Caminos de Avià a Coforb

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Repasando la lista de municipios en el blog, el lector conocedor de la comarca se percatará enseguida de una clamorosa ausencia – Capolat. Y no es porque no haya caminos. La razón es que hace unos años, antes de iniciar el blog, Pep, ya jubilado y con tiempo de sobras, después de hacer un estudio detallado de las casas y otras estructuras del municipio con la Sociedad Arqueológica del Berguedà por encargo del Ayuntamiento, hizo otro estudio igual de detallado de los caminos, en algunos casos conmigo, y los hizo todos, todos, todos.

Precisamente para poner remedio a este agravio involuntario, había quedado con Josep Mª, y de paso enseñarle algunas rutas sencillas para hacer con su hijo.

Dejamos el coche aparcado en la pista encima de la casa de Els Arbres Blancs, a las afueras de Avià. La Xarxa Lenta tiene marcados algunos caminos aquí, incluyendo uno que realmente vale la pena que sube hacia el Molinot, un molino en la Riera de Clarà.

Vista hacia el sur desde la dehesa de Serrapinyana, con el pueblo de Avià abajo

La ruta primero busca un camino más o menos inventado hacia el oeste por la dehesa encima de Serrapinyana para evitar pasar por las casas. Lo inventado no quita atractivo ya que pasa por un bonito bosque de robles y encinas salpicado de rocas que han caído de los ariscos arriba. Un poco más arriba – y que no sale en ningún mapa excepto los nuestros – hay un auténtico laberinto de caminos de carboneros que, a día de hoy, todavía no hemos desentrañado del todo.

Una vez pasada la casa de Serrapinyana, empalmamos con el camí ral que sube desde Avià y que sería uno de los caminos principales para subir a Coforb y Capolat. A pesar de tener algunos tramos de pista, su categoría es inconfundible y va subiendo el valle de la Riera de Clarà en diagonal, con una pendiente suave. A medida que ganamos altura, empiezan a abrirse las vistas y luego nos acompaña el sonido del agua mientras nos acercamos al Molinot, bajo la vigilancia de la casa de la Closa, una antigua torre medieval.

 Entrando en el camino hacia el Molinot

Casi arriba

Una vez en el molino, pasamos detrás donde hay una bonita cascada, y luego desde la balsa del molino, seguimos el canal hasta la presa. “Espero que estés tomando nota de todo esto para cuando vayas con tu hijo”, le conmino a Josep Mª. “Que se vea que su padre conoce esta zona como la palma de la mano”.

 La cascada detrás de la casa del Molinot

Y la presa del molino

Hecha la inspección del entorno del molino, salimos a la carretera y ponemos rumbo a la casa de El Grau, actualmente dedicada al turismo rural. La carretera es prácticamente plana y vamos pasando por un paisaje eminentemente rural, con masías (La Coma, Barons, el Pla) y campos, y la Sierra de Queralt al fondo.

Paisaje de Coforb con la Serra de la Tossa detrás

Llega el momento de dejar la carretera para buscar El Grau. Caminamos por un llano buscando la bajada a la casa. En cierto momento, perdemos las marcas amarillas de la Xarxa Lenta pero no importa; un camino bien marcado con pinturas más antiguas de color rojo nos lleva hasta la Rasa del Grau, debajo de la casa. A nuestra izquierda, la casa se alza como un castillo y, al hablar con Pep después, me informa que efectivamente en su interior hay rastros de una torre medieval.

El Grau

Antes, había un camino interesante, probablemente un ‘camí ramader’ o camino para subir animales, ya que su continuación deja Avià a un lado. Incluso estaba empedrado en algunos puntos pero, hace unos años, se abrió una controvertida pista de desembosque desde la casa del Grau que destruyó el camino. Las marcas de la Xarxa Lenta se desvían de esta pista para buscar otro camino clásico que cruza la riera debajo de una cascada y va bajando por la ribera izquierda.

 Pasando detrás de la cascada

El camino hacia Avià

Éste sería el camino de Avià pero nos va alejando de donde está aparcado el coche. Sin mis mapas, voy casi ciego y tengo que improvisar y, una vez abajo, busco un camino que vuelva a cruzar la riera. Lo encuentro con una facilidad sorprendente y, pasando por la casa de Les Boixes, busco otro camino que ya conocía que nos lleva arriba al arranque del camino, ahora convertido en pista. De hecho, nos lleva demasiado arriba, porque tenemos que volver a bajar hasta encontrar el coche. Pero Josep Mª no se queja y un poco más de ejercicio siempre va bien.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,6 km; 480 metros de desnivel acumulado.

4/1/2013 – Más caminos en Moreta

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Cada vez que subimos la carretera hacia Viladonja, vemos un poste indicador del equivalente de la Xarxa Lenta en el Ripollès, situado al lado de las ruinas de la casa de Vinyassa, que indica la casa de Moreta y el castillo de Palmerola. Además, el camino consta en los mapas antiguos, junto con otro un tanto espectacular, en el sentido de que sube perpendicularmente la cuesta y vuelve a bajarla igual de perpendicular al otro lado, pasando debajo del Pedronet de Sant Isidre.

Propongo que miremos estos caminos. Aparcamos el coche debajo del poste. El camino sube hacia el norte y acaba empalmando con una pista antigua. Nos desviamos para seguir un camino que baja al río y luego otro de carboneros que entra en el bosque, saliendo finalmente en los campos de Moreta.

En el primer plano, la casa del Solà y detrás, el núcleo de Viladonja

Aquí se produce una divergencia de objetivos que pone a prueba la cohesión de nuestro grupo. Hay uno (yo) que quiere ir hacia arriba, atraído por el espacio en blanco en el mapa. Otro (Pep) quiere mantener el rigor científico y volver a bajar para atar la conexión desde la Vinyassa con Moreta. Carles, siempre discreto, se mantiene al margen. Al final, decidimos que hay tiempo para todo y entramos en la pista que pasa por debajo de la casa de Moreta para buscar la conexión con la Vinyassa. Encontramos un camino que promete y, al poco rato, conecta con la pista que dejamos atrás al principio.

La casa de Moreta y detrás, la Collada de les Cases, que da acceso al castillo

Una vez hecha la conexión, damos la vuelta y subimos hacia la zona llamada Els Terrers, donde yo tenía otra colita. El camino se adentra en el bosque de Moreta y lo dejamos cuando empalma con una pista. Flanqueamos hacia el sur y empalmamos con caminos históricos que suben hacia la Collada de les Cases. La continuación hacia la Collada de Cal Jaume y el castillo de Palmerola, ya lo conocía de una salida anterior. Lo que me interesaba era un camino muy bonito que había tenido que dejar en esa salida y que debería enlazar con el camino de la Minuta que rodeaba Sant Isidre.

Encontramos el camino, igual de claro como hace dos años, que va hacia el sur. Sin embargo, al poco rato, hace un giro de 90 grados y baja la cuesta en línea recta hacia una pista. Al final, mi camino tan bonito, que he esperado dos años para seguir, resulta ser un vulgar camino para bajar troncos. Pep no quiere tirar la toalla y seguimos un camino transversal tras otro; todos se mueren al cabo de pocos metros, dejándonos tirados en medio de un bosque caótico. Al final, ato cabos: “Son caminos de ciervos”, concluyo y, harto de pelear con zarzas y árboles caídos, abandono a Pep y Carles y sigo un tenue sendero que me lleva hasta la cresta. Pep y Carles también se rinden a la evidencia y al poco rato, me los encuentro arriba y subimos hasta el Pedronet, una pequeña capilla con una estatua del santo, y allí almorzamos.

El Pedronet de Sant Isidre. ¿Valió la pena?

Bajamos un camino de cresta, extrañados de no encontrar ese famoso camino de la Minuta. Finalmente, a 200 metros de la carretera de la Moreta, un camino transversal de categoría indudable cruza el nuestro. Llegamos a la conclusión de que es el camino de que buscábamos. La espectacularidad de su trazado en los mapas antiguos es un simple error. Pero, como suele pasar, no tenemos tiempo para seguirlo y tenemos que dejarlo para otro día.

Bajamos hasta la carretera, que seguimos hacia la Moreta, desviándonos para bajar una larga pista abierta sobre un camino (aún se ven restos del camino antiguo) que conectaba las Cases de Moreta con Can Saiol. Antes de ir al coche, nos desviamos para ver la presa del molino de Capdevila, todavía bien conservada, con agujeros cerca que indicarían una posible presa medieval.

La presa del molino de Capdevila

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,4 km; 545 metros de desnivel acumulado.

11/1/2013 – Últimos eslabones en Moreta

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Nuestros lectores recordarán que acabamos la salida de la semana pasada descubriendo lo que era probablemente el camino de la Minuta de Moreta a Palmerola pero no lo pudimos seguir por falta de tiempo. Eso no podía quedar así y así se lo hice saber a Pep.

Aparcamos el coche en el punto de entrada del camino desde el Pedronet de Sant Isidre en la carretera. El termómetro marca 3ºC. “Una temperatura de lujo”, proclama Pep. Hacemos la corta subida hasta llegar al punto de unión con el camino transversal. Pep, deseoso de ver el castillo (que todavía no ha visto de cerca), quiere ir a la izquierda pero yo insisto en ir a la derecha primero porque si dejamos esa rama para después, lo más probable es que nos quedemos otra vez sin tiempo. Se produce una discusión corta pero intensa pero finalmente hago valer mis tesis y giramos a la derecha. El camino nos lleva directamente a Les Cases de Moreta.

Les Cases con la casa e iglesia de Moreta detrás

Con Les Cases en primer término, la gran casa de Moreta detrás y, al otro lado del río, las casas y la iglesia de Viladonja, recuerdo haber contemplado la misma vista hace más de dos años cuando Viladonja era un lugar desconocido para mí y toda esa zona estaba en blanco.
Dejamos de contemplar la lejanía y nos centramos en lo que tenemos aquí. Visitamos las ruinas de otra casa cercana, probablemente bastante más antigua, y luego miramos algunas pequeñas colitas que nos quedaban. Entre subidas y bajadas, acabamos otra vez en el camino del Pedronet. Bajamos hasta el cruce y giramos en la otra dirección.

El camino desemboca en la bonita casa de Jan Bonic. Pasamos delante de la casa y el camino continúa hasta una zona extensa de campos, donde vemos las ruinas de otra casa, Can Roca. Aquí empalmamos con la Xarxa Lenta del Ripollès y un camino pintoresco nos lleva hasta la pista debajo del castillo de Palmerola. La ruta señalizada sube por la pista pero tiene que haber otra ruta más directa.

Carles ve un camino que marcha hacia la izquierda justo después de cruzar el Torrent del Castell que tiene muy buena pinta. Lo seguimos un rato pero empieza a hacerse un poco difuso y Pep lo descarta. “Camino de animales”, sentencia y da media vuelta.

Siguiendo las marcas amarillas, llegamos al castillo desde atrás. El castillo aún está muy entero pero los otros edificios se van degradando poco a poco. Es propiedad de la Generalitat pero cómo no tienen un duro, así está. Es una pena. Comemos en el porche de la iglesia bajo el calor suave del sol de mediodía, sólo molestado por algún zumbido de un abejorro. No puedo dejar de recordar una salida traumática cerca de Castellar de N’Hug cuando fui atacado por avispas y al final me levanto. Allí justo detrás mío, hay un pequeño agujero en la pared por donde los insectos entran y salen.

Entrada a la masovería del castillo

Iniciamos el regreso por la misma ruta, buscando por dónde podría salir ese camino más directo. Al final decidimos que Pep despreció con premura excesiva el camino de Carles y que deberíamos haber insistido un poco más. Pero ya no hay tiempo y tenemos que volver. Deshacemos el camino hasta Cal Jan Bonic y luego seguimos la pista hasta el coche.
Vista desde el Coll de Borredà en el camino de vuelta a casa: se ve el pueblo de Borredà y detrás, las montañas de Picancel a la izquierda y las montañas de Queralt y Capolat al fondo 

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,4 km; 440 metros de desnivel acumulado.

18/1/2013 – Desconcierto en Cal Calvari

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“¿Dónde vamos hoy”?, pregunta Carles, al entrar en el Mikado. Pep me señala con la cabeza. “El inglés tiene un plan”. Sí, efectivamente, el inglés tiene un plan. En la salida del 30 de noviembre, tuvimos que dejar una zona donde estaba marcado un grupo de casas en el mapa del Alpina, incluyendo una con el nombre de Cal Calvari. Detrás de la sierra del mismo nombre, en el valle del Torrent de l’Estany, el Alpina marca otras dos casas, Cal Brutinat y La Roqueta. También donde dejamos el coche aquel día, en el puente que cruza el Rec de la Riba, habíamos visto el arranque del camino antiguo de Sant Esteve de la Riba, que subía para pasar encima de la actual carretera. Todo eso me proponía esclarecer.


Había nevado un poco la noche anterior y, subiendo la carretera de Sant Esteve de la Riba, aún queda medio dedo de nieve en las zonas de sombra. Pero confiamos en tener un día soleado hoy. Subimos el trozo de camino que encontramos, que pasa por unos puntos muy pintorescos al lado de las rocas. Vemos un camino que marcha hacia atrás pero parece de animales y lo descartamos. El camino entra en la zona de campos encima de Cal Calvari y tenemos que pelear con el espino negro para avanzar.

El camino antiguo de Sant Esteve de la Riba

Por fin salimos al otro lado pero no hemos visto a Cal Calvari. Retrocedemos por la carretera. No hay rastro de la casa. ¿Habrá quedado destruida cuando se hizo la carretera? Bajamos al río para inspeccionar unos agujeros sospechosos que indicarían una presa medieval y, al volver a la carretera, volvemos a entrar en los campos de espino negro. Diez días después, al escribir esta crónica, aún tengo las marcas de las rascadas.

Unos agujeros sospechosos que indicarían la presencia de una presa medieval

Seguimos sin encontrar la casa pero encontramos un camino al lado de los campos que sube hasta empalmar con una antigua pista de la cual sale otro camino transversal que entronca con otro que viene desde abajo. ¡Vaya lío!, pienso. Pep y Carles toman la rama que sube y yo la que baja, que luego va flanqueando hacia donde está el coche pero a más altura. De repente, para mi gran sorpresa, entronca con otro de gran categoría, que viene de abajo y marcha hacia Moreta.

No hay cobertura de móvil y mientras pienso cómo puedo contactar con Pep y Carles, les oigo que bajan. Les comunico la buena nueva y Pep hasta me felicita por el hallazgo. Parece uno de los caminos que está marcado en los mapas antiguos y conectaría Moreta con Sant Esteve de la Riba. Con la autoestima boyante por esas breves palabras de elogio, emprendemos la ruta hacia el sur. Su categoría es incontestable y sube para bordear una pared de roca que bordea el río. Tras pasar el precipicio, entra en una zona de cultivo y poco después se divide en tres.

El camino antiguo de Pont de Moreta a Sant Esteve de la Riba

Cada uno de nosotros sigue una rama y cada rama parece morir en los campos. ¿Qué le pasó a nuestro camino tan bonito? Es un misterio. Paso al plan B y conmino a los demás a subir a la cresta, siguiendo caminos de ciervos. En algún punto de la cresta, tendría que haber un camino que pasa al otro lado. Llegamos al primer collado. Veo un posible camino que baja por la umbría pero Pep lo descarta. Le interesa más conectar con las casas del grupo de Cal Calvari y encontramos otro camino, bastante claro, que va en ligero descenso por la cara soleada, cruzando campos marginales en diagonal. Todo va bien hasta que entramos en una zona aterrazada en una hondonada y el camino desaparece en la maleza.

No lo sabemos en aquel momento pero cuando bajo el track al ordenador, veo que nos quedamos justo encima del camino donde Pep y Carles subieron y yo bajé y probablemente estábamos a menos de 50 metros de donde Pep y Carles dejaron el camino.

Pero en esa hondonada, es imposible ver una conexión y no queda más remedio que deshacer el camino hasta el mismo punto. Hasta ahora, no hemos conseguido alejarnos más de 500 metros del coche y parecemos condenados a zigzaguear por esta cuesta sin encontrar la llave que lo va a aclarar todo. Seguimos la afilada arista sin camino hasta el siguiente collado. Se ve algo que podría bajar hacia la derecha pero Pep prefiere ir a la izquierda por un camino que se hace cada vez más marcado a medida que bajamos hasta que llegamos al Torrent de l’Estany y, poco después, avistamos las ruinas de Cal Brutinat. De las 6 casas posibles, de momento es la única que hemos encontrado.

Seguimos un camino hacia el norte desde la casa que va paralelo a la pista hasta la bifurcación del valle, con una rama hacia la casa de Les Planes y la otra hacia el pueblo de Sant Jaume de Frontanyà. Aquí buscamos un sitio al sol para comer. Pep y Carles encuentran unas rocas y allí se sientan y se enfrascan inmediatamente en una conversación profunda. Pero para mí, no hay sitio sobre las rocas y me tengo que alejar, encontrando finalmente un buen sitio a unos 20 metros, y empiezo a comer plácidamente mi bocadillo. Al cabo de unos 10 minutos, Pep y Carles levantan la cabeza y se dan cuenta que no estoy con ellos. “¿Pasas de nosotros?”, me espeta Pep. “No puedo ir en contra de mis genes insulares”, justifico, recordándoles el tradicional distanciamiento de Gran Bretaña, separada de Europa por el Canal de la Mancha. Pero esta vez Europa tiende la mano a la insularidad británica y se reúnen conmigo.

Es hora de buscar la forma de volver al coche. Mirando mi mapa, tenía una colita en la casa de Pont de Moreta que parece ir al encuentro de ese camino tan marcado que perdimos. Pero hay que llegar a Pont de Moreta y parece obligado pasar por el molino de Moreta.

El Molino de Moreta

Volvemos a Cal Brutinat y tomamos otro camino hacia el sur, buscando la segunda casa, La Roqueta, … que no encontramos. Salimos a la pista con las manos vacías y seguimos bajando. Me resisto a crear que hay que dar el rodeo por el molino para llegar a Pont de Moreta y señalo una pista antigua que baja hacia el torrente y que podría echarnos una mano. Pero Pep lo descarta. “Quedará muerta abajo y tendremos que volver a subir”, sentencia, y continuamos. En la cresta encima de la presa del molino, ya no queda más remedio que bajar, primero sin camino. Luego, a media bajada, encontramos un camino muy marcado. Lo seguimos hacia atrás para ver el arranque y salimos al final de la pista que Pep no me dejó seguir. Pero el camino continúa y lo seguimos hasta el punto donde queda sepultado por las obras de la pista.

Damos la vuelta y el camino nos lleva a la presa del molino, donde cruzamos el río, pasamos al lado del molino, volvemos a cruzar el río e iniciamos la subida hacia Pont de Moreta. Allí en Pont de Moreta, hay un pequeño laberinto de caminos. Pep expresa un interés por visitar el molino del Puig pero, recordando el hedor a muerte en la salida del 29/10/2010, le comunico mi negativa a volver allí e insisto en buscar mi colita. Aún así, me cuesta encontrarla y la volvemos a perder en una zona de campos. Pero al final, encuentro un camino más fiable y lo seguimos, cada vez más perdedor, saliendo en el punto donde el camino se dividió en tres. Resulta que la rama correcta era la que siguió Pep.

El camino de Pont de Moreta pasa encima de las rocas que se ven al fondo

Pasamos el punto donde yo encontré el camino por la mañana y seguimos bajando para ver el punto de arranque. Finalmente entra en el camino de Sant Esteve de Riba que seguimos al principio y resulta que es el ‘camino de animales’ que habíamos despreciado al principio.

La salida ha sido un fracaso relativo pero nos podemos marchar de allí con cierta satisfacción. Hemos resuelto algunas conexiones importantes y dejado otras en el aire. No sé cuándo volveremos allí; está en el quinto pino.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,8 km; 460 metros de desnivel acumulado.

1/2/2013 – Sorpresa en La Garganta

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Pep tiene un compromiso y no puede venir. De todos modos, independientemente de si hubiera venido o no, yo ya había previsto un cambio de escenario. Temía que mis lectores se estuvieran cansando de vernos volver una y otra vez a Viladonja y sus alrededores e intuía la necesidad de un cambio radical.


Para ello, había pensado en una colita (ver Glosario) que teníamos pendiente desde marzo de 2009 encima de la Rodonella. La Rodonella es un pequeño núcleo de casas construidas alrededor de la masía del mismo nombre y por donde pasaba el antiguo camí ral desde Berga. Detrás de las casas, hay un barranco que parece impenetrable y efectivamente lo es. Pero en la torre de alta tensión a media cuesta, arrancan dos caminos: uno sube hasta la Artiga, pasando por la barraca de Carbonís y el otro marcha hacia La Garganta y éste es precisamente la colita.

El hombre del tiempo nos había prometido un día despejado con temperaturas suaves y a las 9, nos presentamos Carles y yo en la Rodonella, justo a tiempo para ver cómo una capa de niebla alta se extiende por todas partes, impidiéndonos ver las cimas … y el sol.

El primer paso es una subida nada simpática por la pista de mantenimiento de la torre eléctrica: 180 metros de desnivel con unos gradientes inverosímiles. Pero llegamos a la torre y entramos en la tan ansiada colita. Es un camino bastante marcado que va marchando hacia el norte durante 1 kilómetro aproximadamente hasta que, de repente, desaparece.

Perplejo, consulto mis mapas. Veo que nos queda poco para llegar a la cresta y progresamos como podamos hasta la cresta. Desde allí bajamos, a veces con camino a veces sin, hasta llegar a la pista que lleva a La Garganta, ahora marcada como camino de la Xarxa Lenta.

Camino de bajada al Torrente de la Garganta

Carles no conoce La Garganta así que decido hacer este camino e improvisar sobre la marcha. Había hecho este camino en 2008 con Pep, cuando aún no estaba marcado. Antiguamente, era un camino clásico para subir a Figols desde el valle del Llobregat y pasa por un desfiladero espectacular.

Vamos entrando en el valle. A nuestra derecha, vemos entre los árboles el antiguo patio de carbón de la central térmica, ahora cerrada. Su aspecto de desolación evoca pensamientos de catástrofe posnuclear.

La punta final del patio de carbón, desde el camino de La Garganta

Un camino sale de la pista y cruza el torrente en el punto donde bifurca en dos valles. Aquí el paisaje es mucho más agreste, sólo interferido por la presencia de la línea que lleva la electricidad al pueblo de Figols.

 Tomando vistas en la Bauma del Gallaret

Subiendo hacia Fígols

El camino, con una categoría incontestable, va subiendo el valle derecho en curvas pronunciadas, pasando al lado de una pequeña cueva, con la vista de otra cueva, mucho más grande, en las rocas al otro lado del torrente. Finalmente el valle se ensancha. Aquí, se tiraba la tierra de las minas de carbón cercanas y se extiende delante nuestro una cuesta de tierra lisa en la cual se ha vuelto a marcar un trazado para el camino.

Pero justo en ese punto, veo una novedad que no habíamos visto en 2008. A la izquierda marcha un camino despejado pintado con flechas rojas. Tiene la intención clara de bordear el promontorio y entrar en el otro valle, el del Torrente de Fumanya.

 El camino que conecta los dos valles

Carles sonríe féliz con el descubrimiento

Lo seguimos. El camino es verdaderamente espectacular. Por una estrecha repisa que bordea el precipicio, nos lleva primero a la cueva grande, luego da la vuelta de la punta y entra en el siguiente valle, siempre con el abismo a tocar. “Desde luego, aquí las depresiones se curan rápido”, pienso, mirando la caída libre de 60-70 metros a mi izquierda. Si no hubiera sido por las marcas rojas, no creo que hubiéramos tenido la confianza de seguir este camino colgado.

El camino baja por la línea de árboles arriba a la izquierda

Por fin, entramos en el lecho del Torrente de Fumanya. El camino lo cruza y sube hasta otro promontorio donde hay los restos de un cabrestante que se utilizaba para bajar troncos por un cable.

Cruzamos el Torrente de Fumanya

El cabrestante

Aquí el camino marcado se divide; una rama sigue un camino que ya conocía y que nos llevaría otra vez a la pista de La Garganta. La otra rama sube por un camino de arrastrar troncos que también conocía. Arriba tenía marcado un cruce donde había una colita pendiente desde aquella salida de 2008. Subimos el camino de troncos y en el cruce, el camino de marcas rojas marcha a la derecha, donde, si es el camino que ya conocía, volvería a cruzar el torrente y subiría por un ‘grau’ (ver Glosario) hasta la pista que viene del grupo de casas debajo de Figols y la Font de la Perera.

Tomamos el camino a la izquierda y empieza un largo flanqueo hacia el oeste por un bosque de hayas. Tenía la esperanza de que sería el camino de la barraca de Carbonís, que habíamos buscado infructuosamente desde la barraca en 2009.

En el camino de flanqueo hacia la cresta

Con la niebla que por fin empieza a levantarse, salimos a la cresta de las Cingles del Ba … y el camino desaparece.

La niebla empieza a levantarse. En el fondo, se ve la cima de Puigllançada, pero ya eran las 3:30 de la tarde

Hay algo aquí que no hemos entendido. ¿Por qué se muere el camino en la cresta? ¿Había que subir la cresta hasta algún ‘grau’ escondido? Estamos en un país muy roto, lleno de rocas y paredes, y no me parece prudente seguir subiendo a estas horas de la tarde, con el riesgo de quedarnos sin luz. Opto por bajar sin camino, intentando esquivar los precipicios. El terreno nos lleva naturalmente hacia un barranco donde un cazador ha creado un precario ‘grau’ para salvar un pequeño salto.

Vista del pantano antes de emprender el descenso. Abajo a la izquierda, se ve la torre de alta tensión que marca el arranque del camino que seguimos esta mañana pero llegar hasta allí iba a costar lo suyo.

Un buen gestor siempre sabe delegar en colaboradores de confianza y mando a Carles por delante para que vaya identificando los posibles peligros y buscando la mejor ruta de bajada. Lo único que me preocupa es que él tiene las llaves del coche. Le advierto que vaya con cuidado; no quiero quedarme sin transporte. Salvado el pequeño grau, las huellas del cazador buscan la manera de bajar la cuesta por una especie de ‘tartera’ o pedregal, hasta llegar otra vez al primer camino que tomamos desde la torre de alta tensión.

Ahora en terreno conocido, por fin nos permitimos almorzar, acompañados por la colilla que dejó el cazador sobre una piedra que probablemente era su asiento mientras esperaba la llegada de los jabalís, y luego emprendemos la ruta hacia la torre. Vemos abajo una gran carbonera que no habíamos visto en la ida y concluyo que es un camino de carboneros y, al llegar a la última plaza carbonera, que no habíamos visto, el camino se muere.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8 km; 625 metros de desnivel acumulado.

La Garganta – 1905 visto desde 2013

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Al famoso excursionista catalán César August Torras también le impresionó la ruta de La Garganta y me he permitido transcribir su descripción en su Guia Itinerari del Bergadá, publicada en 1905, por el interés histórico y la abundancia de adjetivos. La ortografía es pre-Pompeu i Fabra pero se entiende bien.

De l’estació de Serchs a Massanès y Saldes per la Garganta y Fígols

6 h.Bellíssima excursió, molt recomanable. Pot fer-se en cavalleria.

20 m. Pont de Raventí (hoy Cercs). Se segueix l’antich camí ral de Berga.

35 m. Collet de Melques, 691 metres altitut.

40 m. Se deixa’l camí ral a la dreta, prenent-se un viarany que s’enfila revoltant per la vessant de la serra, per entre la pinosa.

1 h. El camí va planejant, dominant-se la vall del Llobregat. Al fons s’oviren La Consolació y el congost del riu, tancant l’espay superior d’aquest el Puigllançada y les altes serres de la vall del Llobregat.

1h. 5m. Se revolta un cap de serrant, entrant-se en la vall de la Garganta o del Sargantaner. Preciosa boscuria de pins y faigs. Terrer molt rost. Hermós engorjat. La vessant oposada de la vall es abrupta, encinglerada, de cayents soberques, encimats els cingles en grosses graonades. El riuet corre remorós al fons. La vall va extrenyent-se. El bosch que cobreix tots els aiguavessos es fornit, espés, imposant, sobressortint, entre l’arbreda, faigs magnifichs centenaris. A mida que’l camí va engorjant-se, els tons del paisatge se fan més enèrgichs, els muradals se presenten molt feréstechs, amenaçants; una formidable aresta s’avança bipartint l’encongida sotalada.

La roca que divide los dos valles

1h. 10m. Enforch de la vall. Dues amagades corrents s’ajunten en el clot. Cingles feréstechs, penyals aïrats, baumes pregones, corcades penyes, cayents de formes rares, roques despreses, s’alcen en orri a tots dos costats. Les corrents d’aigua salten encongides, apressarades, como esferehides, rebotent d’ací d’allá entre l’estimbat rocater, como esma-perdudes. Paisatges geganteschs y sorprenents s’ofereixen arreu. Les dues valls que s’ajunten provenen: la de l’esquerra, la més meridional, de l’indret de Fumanya; l’altre, la de Querot Negre, de Fígols. S’atravessa’l curs de l’aigua junt a l’enforch y’s puja pel costat esquer del torrent de Querot Negre. Se va muntant per sota les avançades penyes, semblant sempre impossible que’l camí puga endinzar-se y ascendir entre tant estimbat terrer. L’espectacle mostra tons enérgichs y imposants; el colorit de les penyes, llur contextura, lo encongit de la gorja, tot es aclaparador; el blau del cel tot just se deixa veure, formant un puríssim velarium en el cim d’aquells alts y ferms puntals. Se va sempre amunt. La gorja va enfondint-se, més el penyals enrondants se presenten a tot’hora enterchs, alts, amenaçants.

Entrada del Torrent de Fumanya

1h. 30m. Bauma del Gallaret, grandiosa, sobre’l camí. Aquest va enlairant-se entre una sublim soletat, y un aterrador quietisme; les petjades, el més lleu remor, ressona sinistrament: el viarany s’enfila recargolant-se com un serpent.

Bauma del Gallaret

1h. 40m. A l’altra part de l’esquerpa vall s’obre grandiosa, ab proporcions gegantesques y arquitectonich, la grandiosa bauma de la Garganta, presentant amples y colossals arcades, pilans enormes, misteriosa foscor en son fons. Altres baumes menys pregones, espadades, inexpugnables moltes d’elles, l’enronden com un vol de casetes a l’entorn de grandiosa catedral. Cal girar la vista endarrera: quin meravellós aspecte’l de la feréstega gorja! El camí puja most rápit, como si, cansat de tant d’esforç, vulgués sortir d’aytal encongiment.

Bauma de la Garganta

Per fi s’arriba dalt d’un replà ample de les cingleres, aon l’amagada vall comença.

1h. 50m. Font de la Perera.

15/02/2013 – Luces y sombras en Cal Cabanes

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Pep me dice que escoja yo el lugar para la salida de hoy pero he estado muy ocupado y llego al Mikado sin ideas. En la tele, se suceden las revelaciones sobre corruptelas; se ve que nuestras instituciones políticas y económicas están podridas.

Pero Pep y Carles tienen temas más importantes a considerar; los tentáculos de sus investigaciones se van extendiendo desde las fraguas y ahora llegan a los molinos. Eso promete no acabar nunca. Les advierto que estoy esperando las fichas para escribir mi best-seller y hacer millonaria a mi mujer, a lo cual Pep me contesta que irían más deprisa si yo echara una mano. Pero no me veo leyendo manuscritos en catalán antiguo (o peor aún, latín medieval) en un archivo y vuelvo a centrarme en buscar la salida de hoy.

Al final propongo que volvamos a la zona de Sobirats e intentemos sacar algo más en claro de esa zona confusa. “Hay un molino en Cabanes”, añado a modo de señuelo.

Aparcamos el coche en el collado al lado de la casa de Cal Cabanes, debajo de Sobirats. La primera tarea es buscar el camino que iría hacia Platetes, que encontramos con relativa facilidad, saliendo de una pista. El camino desemboca al final de otra pista y nos desviamos para explorar los caminos que bajaban hacia el sur y el norte, bordeando el Merdançol e incluidos algunos en la Xarxa Lenta.

Camino a La Teiola, con la marca amarilla de la Xarxa Lenta

Volvemos a subir y entramos en la umbría, con pistas nuevas y signos evidentes de una tala reciente. Pep protesta una vez más contra la proliferación de pistas pero veo que han cortado los pinos y dejado las hayas. Argumento que dentro de unos 20 años, todo este valle será un hayedo precioso y las pistas excavadas en las laderas se habrán convertido en vías cubiertas de hierba, con flores silvestres en las taludes, invitando a tranquilos paseos familiares para disfrutar de la naturaleza.

Pero lo cierto es que la visión actual no es muy amable y continuamos por la pista, dejándola en el fondo del torrente para subir una especie de camino que se dirige hacia la cresta, que lleva el nombre de Terrer Roig, por el color rojo de las rocas. Pero el camino muere antes de llegar y buscamos la cresta que nos separa de la Baga de Platetes sin camino, con la esperanza de encontrar un camino en el collado … que no existe.

Según nuestra teoría de los árboles viejos, este árbol marca el paso de un camino importante pero aquí, en una pista en la Baga de la Roca Roja, la cosa no está tan clara

Almorzamos, oyendo los gritos y silbidos de dos hombres en el bosque abajo. Después de comer, bajamos hacia el norte en busca de ese camino transversal a Platetes que estamos convencidos que existe. Salen a nuestro encuentro dos hombres corpulentos en ropa de camuflaje y acento del Este Europeo pero no son paramilitares serbios sino leñadores y nos saludan amistosamente. Un poco más adelante, vemos el fruto de su trabajo, en forma de troncos, ramas y pistas.

Al final, encontramos el tan ansiado camino y tiene buen aspecto. Imposible seguirlo hacia Les Platetes por el caos de troncos y ramas, así que damos la vuelta hacia el sur y lo seguimos durante medio kilómetro antes de que entre en una pista.

El avance imparable del progreso. Una pista nueva cerca de Cabanes.

Aquí ya no podemos hacer más para hoy y volvemos al coche pero como aun nos queda tiempo, Pep propone ir al molino de Cabanes. Le recuerdo unas colitas que tuvimos que dejar en la salida del 7 de diciembre debajo de la casa de Cabanes y hacia allí nos encaminamos. Encontramos la colita, que nos lleva directamente hacia el molino, pero cuando casi estamos abajo en el Merdançol, vemos que el camino está cortado por un trozo de roca que se ha ido desprendido y hay que hacer un pequeño salto.

Pep y Carles pasan sin problemas y ahora me toca a mí. De todos es sabida mi fama de torpe. Desde una posición segura, Pep se prepara para guiarme. Primero me quita los mapas para que no sufran ningún percance. “Pon el pie aquí, el palo allá”, me dice, “luego un salto … e irás para abajo”. “Con ese don que tienes para animar e infundir confianza, deberías haber sido coach”, le digo, pasándole también mi mochila para quitar lastre. Pero hago el salto y aterrizo al otro lado sin novedad.

Sólo nos queda inspeccionar las escasas ruinas del molino antes de ir al coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,3 km; 450 metrosde desnivel acumulado.

21/2/2013 – Regreso a Picancel

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Avanzamos la salida un día esta semana por la previsión de mal tiempo. Ya habíamos hablado de volver a las canales de Picancel. “Hay que repasarlo todo”, me confesó Pep. Los primeros mapas de 1:5000 que tuvo Pep fueron precisamente de estas montañas y si no me hubiera conocido un año después, igual hoy todavía estaría subiendo y bajando esos inhóspitos barrancos. Sea como sea, Pep no desaprovecha la oportunidad de culparme a mí el hecho de que haya estado alejado tanto tiempo de su amada sierra.

Pep tiene un compromiso a primera hora y quedamos que no iría al Mikado hasta pasadas las 8.30. A las 8.40, cuando estoy a punto de salir de casa, Carles me llama indignado. Ya lleva 45 minutos esperando, ha desayunado y está en la calle. Evidentemente, hubo un fallo de comunicación pero yo, sin café y magdalena, no doy un paso y consigo convencerle para que vuelva al Mikado. Pep no tarda en llegar. Repasando opciones, Pep decide empezar desde Pedret. Yo no he traído mapas para esa zona así que iremos ciegos, con sólo el mapa del Alpina para orientarnos.

Dejamos el coche en el puente gótico de Pedret sobre el Llobregat, reclamo turístico de primer orden, y subimos hacia el segundo reclamo, la iglesia de Pedret, abierta para visitas guiadas los fines de semana.

 Pont de Pedret

Iglesia de Sant Quirze de Pedret

Pep decide subir a la casa de la Mesquita por las pistas para así tener más tiempo para charlar con Carles de sus avances en los archivos. Les recuerdo que estoy esperando las fichas. Pep me mira con aire reprobador. “Tiempo al tiempo. Todavía estamos planteando cómo vamos a hacer las fichas. No quieras correr antes de andar”. Empiezo a sospechar una conspiración para impedir que mi best-seller vea la luz del día.

En eso llegamos a las ruinas de la casa de la Mesquita. Su nombre no tiene nada que ver con la conquista árabe de la península ibérica sino que quiere decir “pobre” en catalán antiguo. 

Ruinas de la Mesquita

En el fondo, Puig Arbessós, visto desde la Mesquita. Aquí hay los restos de un castillo pero el acceso no es nada fácil

Pep quiere ir hacia la izquierda a la Terma Alta, la Taleia y subir la Canal de l’Avellenosa. Yo tenía una colita en el camino que va a la casa de Covil e insisto en que vayamos a la derecha para buscar esa colita. Tras cierta resistencia, Pep finalmente accede y, unos 10 minutos después, nos plantamos en la colita. El camino parece recién limpiado por los cazadores pero, aún así, Pep duda de su autenticidad … hasta que llegamos a la primera carbonera.

Seguimos subiendo hasta salir al Cap de l’Avellenosa. A nuestra izquierda vemos la curiosa formación llamada l’Escanyacabres y delante el camino que baja por la Canal de l’Avellenosa. 

El lomo de l'Escanyacabres. Al fondo, el pantano de La Baells

Seguimos hacia el este y entramos en una zona de campos, que se debían cultivar desde la casa de Covil. Seguimos subiendo y salimos en los Agullons del Sala, una de las muchas aristas que se extienden hacia el pantano. Salir de repente de los árboles con el precipicio delante nuestro y la enorme pared que corta la Canal del Verdaguer me produce una sensación muy extraña en las piernas y el estómago y un fuerte deseo de aplastarme contra el suelo como una cucaracha para no caer en la tentación fatídica de acercarme al borde.
 Mirando hacia la Canal del Verdaguer. La foto no hace justicia a la abrumadora impresión de vacío.

Pep inicia a Carles en los misterios de las canales de Picancel

Justo en ese momento, se despejan las nubes y sale el sol. Pasamos un rato aquí digiriendo las sensaciones y las vistas, ya que ni siquiera Pep ha estado aquí. “A ver si podemos bajar a la Canal”, musita Pep. “Esa aparente resistencia inicial a mi propuesta, ¿no habrá formado parte de una agenda oculta para traernos al fondo de la Canal del Verdaguer?”, especulo, mientras bordeamos el abismo en busca de una manera de bajar. Finalmente, llegamos a una canal secundaria con una pendiente asequible e iniciamos el descenso, sin saber si nos veríamos frenados por un salto infranqueable y tendríamos que volver a subir. Pero luego se intuye un camino, que va cobrando claridad, hasta entrar en el camino principal.

Carbonera en la Canal del Verdaguer. Observad el negror de la tierra.

Yo había subido la Canal del Verdaguer con Pep hace muchos años pero era otra ruta que se aparta del fondo del valle. Esta vez se ve un camino muy claro, con signos de haber sido limpiado no hace mucho, que va pasando por carboneras. Bajamos unos 100 metros de desnivel por el valle y, durante la próxima hora, exploramos caminos secundarios antes de reemprender la subida nuevamente, saliendo en el camino señalizado de Sant Miquel a Covil en el Collet de les Fustes, que recorre la cresta.

Pep se apoya con ademán relajado en su bastón. Para él, esos barrancos son como su segunda casa.

Todo este valle sirvió de refugio para el maquis después de la Guerra Civil y la casa de Covil fue su cuartel general. Para acabar con ese nido de avispas, la Guardia Civil obligó a todos los habitantes del valle de la Portella a marcharse y dinamitó la casa de Covil. En esa casa almorzamos.

Camino a Covil desde el Collet de la Fusta

Desde Covil, hay dos posibilidades para volver a Pedret. Por la izquierda, pasando por la Font Bona o por la casa de la Mesquita. A mi me parecía que por la izquierda sería más recto pero Pep prefiere por la derecha y así se hace. Y menos mal que no me hizo caso, dirá Pep cinco minutos después, porque muy cerca de la casa, Carles ve unas piedras sospechosas en el bosque y resulta ser la casa medieval de Covil.

La casa de Covil

“Las veces que he venido por este camino y no la he visto”, se lamenta Pep. Pero a veces hace falta una mirada fresca. Seguimos el camino a la Mesquita, de mucha categoría aunque no señalizado. Como otros caminos en Picancel, muestra signos de erosión por el paso de motos en los puntos de más pendiente y, a juzgar por las huellas, parece que siguen viniendo, a pesar de que esté prohibido.

Desde La Mesquita, tomamos el camino de la cresta hacia el sur, saliendo en la Rasa del Guimbas, y desde allí, sólo hace falta seguir la pista que bordea el torrente hasta llegar a la iglesia.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,0 km; 590 metros de desnivel acumulado.

PD. Picancel es una sierra con picos en forma de dientes de sierra que va de oeste a este desde la presa del pantano hasta Borredà, flanqueando la ribera sur del Merdançol. Visto desde la carretera de Vilada, parece impenetrable pero la verdad es que está lleno de caminos, algunos para explotar el bosque y otros más importantes para acceder a distintos puntos del valle de la Portella. Vamos a dedicar al menos una parte de la primavera a repasar esta misteriosa sierra.

22/3/2013 – Canal del Sant y Canal de l’Avellanosa

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Un cúmulo de circunstancias me han impedido salir hasta ahora. En el fin de semana del 9 y 10 de marzo, estuve en Inglaterra. Cuatro días sin ver el sol, con frío y humedad mientras aquí se disfrutaba de un tiempo cálido y primaveral. Ese fin de salida, Pep y Carles recorrieron la carretera del valle del Llobregat, anotando puentes y molinos.

Pero hoy por fin podemos reanudar nuestro repaso de las canales de Picancel. En el Mikado, Pep mira con desaprobación mi magdalena. “No sé cómo puedes comer esas bombas de colesterol”, me dice. Pregunto a Marta, la dueña del Mikado, cuánto pesa cada magdalena. Entra en la cocina. 85 gramos, me dice cuando sale. Sumando 4 semanas desde la última salida, eso hace 2,5 kilos. Un buen stock.

Como Pep quiere hacer todas las canales por orden, parecía que hoy haríamos la Canal de l’Avellanosa y la Canal del Verdaguer. Seguimos la misma ruta que la salida anterior hasta la casa de Mesquita. Aquí, giramos a la izquierda y tomamos el camino que va al collado de la Terma Alta, una piedra clavada que marcaba la división entre los dominios de los Pinós y los de los Berga; aún se pueden ver los escudos grabados.

La Terma Alta

Y el escudo de Berga

El camino continúa hacia el norte, limpiado recientemente por los cazadores. Aquí está La Taleia (o Atalaya en castellano); aún no hemos decidido si es una simple casa o algo más antiguo. Mientras vamos bajando, empiezo a hacer cálculos y algo no cuadra. “¿Cómo vamos a llegar a la Canal de l’Avellanosa?”, pregunto a Pep. “Y si subimos la Canal de l’Avellanosa y bajamos la Canal del Verdaguer, ¿cómo vamos a llegar al coche desde allí abajo?”. “Es que nos falta la Canal del Sant”, me contesta, mientras examina sus uñas. “Ya estamos otra vez con las agendas ocultas”, pienso. “¿No dijiste que no había camino para subir esa canal?”, le digo. “Dije que no lo había visto, no que no hubiera”, precisa Pep.

El camino de la Terma Alta a la Taleia

En eso llegamos al collado donde está la Taleia y bajamos hacia el este, hasta la entrada de la Canal del Sant, marcada por una gran carbonera. Y efectivamente se ve un camino que sube por el centro del valle, ahora despejado por los cazadores. Vamos empalmando carboneras, desviándonos brevemente para mirar un camino lateral que se encamina hacia la Terma Alta pero sin llegar a conectar por lo tapado. En total, 200 metrosde desnivel que llevan la magdalena al límite de sus posibilidades. En el collado arriba, llamado Passant del Llop en el mapa del Alpina, vemos que el camino continúa en descenso al otro lado y finalmente nos deja en los campos de la Mesquita.

La entrada de la Canal del Sant. El musgo que cuelga de los árboles es uno de los alicientes de estas canales

Nos dirigimos al camino del Cap de l’Avellanosa. Allí, en el collado, se ve un camino un poco perdedor que inicia el descenso. De hecho, de tan perdedor que es, lo perdemos pero recuperamos un camino muy marcado en el primer collado de los Agullons del Sala y que es lo que conocía Pep. Este camino entra en el centro de la canal y luego sigue bajando por el lado izquierdo. Entre las típicas carboneras, vemos muros que nos dejan un poco perplejos: no tienen la forma de carboneras; y encarados hacia el norte, no pueden ser campos. Al final, deducimos que pueden ser bancales para el cultivo de los avellanos que han dado nombre a la Canal.

Después de la dura subida de la Canal del Sant, la bajada es muy relajante. Llegamos a un collado que marcaría el final de l’Escanyacabres. Aquí hay un cruce de caminos. A la izquierda, el camino de vuelta a la Canal del Sant; a la derecha, el camino a la Canal del Verdaguer; y delante, el camino que habría cruzado el río Merdançol, ahora cortado por el pantano. Seguimos este último un rato hasta que empieza a bajar demasiado y luego volvemos al cruce.

Decidimos almorzar en la carbonera a la entrada de la Canal del Sant. Aquí cada uno escoge una piedra y un lugar para sentarse según su rango y antigüedad.

Vista de la presa desde encima de Pedret. Detrás, el pantano y las montañas de Figols

Sólo nos queda deshacer el camino hasta Pedret, pasando nuevamente por la Terma Alta. Salimos a la iglesia ante un paisaje idílico. Hace sol con una brisa suave y la cantidad justa de nubes para ir variando la luz. Los prados tienen un verde perfecto. Cantan los pájaros, revolotean las mariposas. Una mujer lee bajo un árbol acompañada por sus dos perros. Cuando llegamos al coche, ya está llegando más gente dispuesta a pasar un final de tarde al aire libre.

Berga y Queralt desde Pedret con la luz de la tarde

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,9 km; 830 metros de desnivel acumulado.

12/4/2013 – Canal de Verdaguer

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Hoy estamos de enhorabuena. Nos acompaña un conocido de hace tiempo. Me pide que le guarde el anonimato pero sí puedo revelar que es toda una autoridad en el mundo del excursionismo y su interés (u obsesión, según si mire) actual gira en torno a los hornos de alquitrán de pino (forns de pega, en catalán). Evidentemente, Pep está encantado de tenerlo con nosotros; por fin, puede hablar con alguien de su mismo nivel.

Hoy toca la Canal de Verdaguer. El único acceso practicable es desde el Collet de les Fustes pero esta vez Pep propone pasar por el Molí de Pedret, Santeugenia y Bossoms y luego subir una cresta hasta llegar al Collet. No acaba de explicar las razones de esta decisión.

Aparcamos una vez más en el Pont de Pedret y tomamos el camino hacia el molino. Es un camino muy bonito, plano y recomendable para salidas de familia y las ruinas del molino añaden un punto de interés. Mientras Pep conversa animadamente con nuestro invitado, entramos en la pista de Santeugenia pero en vez de pasar por el camino antiguo que iba enlazando las casas de Santeugenia, el Llevaig y Bossoms, toma la pista que sigue el Rec de Bossoms.

Esta pista, aparte de ser bastante fea, sube y baja como una montaña rusa. “¿Por qué no has tomado el camino de las casas?”, me atrevo a preguntarle. “Es más recto”, me dice escuetamente y reanuda su conversación con nuestro invitado. Llegamos a la Font de Bossoms; al lado, sigue el camino a la casa pero Pep pasa de largo y sigue por la pista. “¿Por qué no has tomado el camino?”, le pregunto, acusador. “Lo de más recto ya no vale. Por la pista es más largo”. “Así tengo más tiempo para hablar con nuestro acompañante”, por fin me contesta, acorralado. Está claro que mis preguntas le importunan y me callo.

La casa de Bossoms. Detrás, las montañas de Figols

Llegamos a la casa de Bossoms, todavía entera pero deshabitada y rodeada de prados. Tomamos otra pista hacia el norte que luego dejamos para subir una áspera cuesta sin camino. En una superficie de roca inclinada, Pep ve un dibujo inconfundible. Indica la ubicación de un horno de aceite de enebro. Como la bolsa de Mary Poppins, nuestro acompañante abre su mochila y empieza a sacar cosas. Todo lo necesario para limpiar y desbrozar, una cinta de medir, hasta una cuerda de escalada.

El dibujo del horno de aceite de enebro

Una vez satisfecha nuestra curiosidad, continuamos la subida hasta llegar a una pared de roca. Nuestro acompañante y Pep se meten dentro del boj y suben con cierta dificultad. “No vengas, Steve”, me dice Pep. “No subirás”. “¿Tampoco con una cuerda?”, pregunta nuestro acompañante desde arriba. “Tampoco”, confirma Pep.

No llego a ver por donde han subido y opto por buscar otra ruta con Carles. Igual sí que lo podría haber subido pero nunca lo sabré. De todas formas, encontramos un tenue camino de flanqueo que seguramente era el camino que venía al horno desde la casa de Sant Miquel y lo seguimos hasta encontrar un lugar más fácil para subir.

Pep nos comunica que hace 20 años le dijeron que había un horno de aceite de enebro pero nunca lo había conseguido encontrar, hasta ahora. Al final, todo llega.

Llega la primavera a marchas forzadas. Narcisos silvestres cerca del Collet de les Fustes.

Llegamos al Collet de les Fustes e iniciamos el descenso de la Canal del Verdaguer. Bajar estas canales, sobre todo ahora con los caminos recién limpiados, es una delicia. El sol acaricia pero no agobia; además, estamos protegidos por las hojas de los árboles. Los pájaros cantan como si quisieran darnos la bienvenida. Aparte de nosotros, los únicos indicios de presencia humana son el camino y las carboneras espaciadas a intervalos regulares.

Musgo en los árboles en el tramo inferior de la Canal de Verdaguer

Y así llegamos al camino transversal que va enlazando las distintas canales, ya cerca del pantano. Ahora toca dar la vuelta y buscar el camino lateral que pasa debajo de la Cingle de les Cabres. Subir estas canales, a pesar de tener los caminos recién limpiados, es un suplicio. El sol sólo hace que sudemos más, y el sudor me entra en los ojos y produce un incómodo escozor. Las hojas y las ramas de los árboles nos obstaculizan y rascan. Los pájaros, parece que se mofan de nosotros con sus cantos burlones.

Cruzamos el fondo de la canal para tomar el camino lateral. Carboneras y más carboneras. Llegamos a una bifurcación y giramos nuevamente para tomar el camino que pasa a pie de precipicio en la Cingle de les Cabres. Por fin, salimos a un collado, con una magnífica vista delante y aquí comemos.

Después de comer, empalmamos nuevamente con el camino de la Canal de Verdaguer y volvemos a salir en el Collet de les Fustes. “¿Tanto bajar y subir para acabar en el mismo sitio?”, me pregunto. La tentación de dejarme llevar por pensamientos lúgubres sobre la futilidad de la acción humana es enorme, pero los otros ya se marchan hacia La Covil y yo tengo que pedir un favor a Pep.

Camino empedrado cerca del Molí de Pedret; foto tomada en 2004

Por la mañana, no había podido sacar fotos del Molí de Pedret y le pido que vayamos hacia la Font Bona desde La Covil en lugar de pasar otra vez por la Mesquita. Pep accede magnánimamente. Desde un collado cerca de la Font Bona, baja un camino serpenteante que desemboca en los campos de Santeugenia y así llegamos otra vez al Molí de Pedret. Pero la luz no es buena y tendré que tirar de fotos de mi archivo.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,5 km; 850 metros de desnivel acumulado.

Nota histórica: Los hornos de aceite de enebro (forns d’oli de ginebre, en catalán) se construían sobre una roca plana e inclinada sobre la cual se marcaban unos surcos. Sobre un pequeño fuego se colocaba una lata con ramas cortadas de enebro dentro y se destilaba la madera. El aceite salía por unos agujeros en la lata y corría por los surcos hasta llegar a un recipiente. Se utilizaba como medicina popular, sobre todo para animales.

Estoy en Facebook

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He creado una página de Facebook, Steve's Routes. Aquí podréis encontrar noticias sobre otras actividades, salidas no incluibles en el blog, propuestas, tesoros ocultos, lugares emblemáticos y otras curiosidades, todo relacionado con el Berguedà y alrededores. Las entradas están escritas en tres idiomas: castellano, catalán e inglés. Encontraréis el link en la sección "Enlaces útiles".

19/4/2013 – Canal de Sant Miquel

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El hombre del tiempo había pronosticado mal tiempo para hoy pero, mirando por la ventana a las 7.30, vemos que aún puede aguantar y decidimos probar suerte.

Ahora tocaría la zona de la Canal de Sant Miquel y el acceso es desde el Pont del Doro. Cuando el pantano está lleno, este puente está sumergido pero cuando llegamos, vemos que todavía se asoma del agua. Al estar al final del pantano, aquí se acumula la basura y entre la fábrica textil abandonada arriba y restos de todo tipo aquí abajo, la impresión dista mucho de ser idílica.

El Pont del Doro

Pero hoy el puente es sólo un medio para un fin y el fin es ir a la Canal. Cruzamos; un poste de la Xarxa Lenta indica la subida por la Canal dels Colletons pero nosotros seguimos el camino que flanquea el pantano hacia el oeste hasta llegar a las ruinas de la casa de Cal Mitger, con el área recreativa del Molí del Cavaller en la otra orilla.

Vista del pantano desde Cal Mitger

Aquí empieza la entrada de la Canal de Sant Miquel. Aunque no tiene ninguna señalización oficial, es quizás la más asequible de todas las canales ya que empieza con una larga entrada en el valle por un camino casi plano. Aquí el musgo en los árboles es espectacular. A juzgar por las huellas, los motoristas también conocen el camino.

Entrando en la Canal de Sant Miquel

Finalmente, después de recorrer casi un kilómetro por el fondo del valle, el camino empieza a elevarse para dirigirse hacia el Coll del Reposador. Pero justo en ese momento Pep nos confiesa que en realidad no quería subir la Canal de Sant Miquel sino buscar un camino que sube una canal contigua, la Canal de la Fagedeta. Alguien le había dicho que se podía subir esa canal pero él nunca lo había hecho. Tenemos delante la entrada a la Canal pero nuestra primera incursión es infructuosa; una barrera infranqueable de piedra nos impide continuar por el fondo.

Volvemos a la bifurcación y subimos un poco más por el camino principal. Y al poco rato vemos otro camino que marcha hacia la izquierda. Ya lo habíamos visto en otras subidas pero, por razones que no acabamos de explicarnos, nunca lo habíamos seguido. Quizás era por una suposición inconsciente de que era simplemente una variante del camino principal. Pero con los años, hemos ido soltando barreras conceptuales y hoy entramos en el camino sin complejos.

Como he venido contando en las últimas entradas, un grupo de cazadores se ha dedicado a limpiar todos los caminos que suben las canales. Es una mala noticia para la población de jabalís pero muy buena para nosotros porque caminos que antes sólo eran insinuaciones ahora tienen una claridad diáfana.

Subiendo la Canal de la Fagedeta

Este camino sí tiene continuidad. Hacemos 300 metros de desnivel enlazando carboneras; incluso hay una fuente cerca de la salida en Els Colletons. Salimos en los prados detrás de la casa de Sant Miquel, justo a tiempo para ver una multitud de buitres que vuelan a baja altura alrededor nuestro. Pero no tardan en aburrirse y se marchan; aún debemos hacer cara de salud, incluso después de esta subida.

Por fin salimos del túnel

Los prados están empezando a llenarse de flores. Caminamos hacia la casa. Aquí tenemos vistas despejadas hacia el sur y el oeste y vemos como empiezan a amontonarse las nubes de lluvia. Pep quería mirar caminos por la zona de Baumort pero viendo cómo está cambiando el tiempo, decidimos acortar la salida y bajar por la Canal de Sant Miquel.

La casa y la iglesia románica de Sant Miquel

Pasamos la casa y caminamos hacia el Camp de la Collada. Tomamos un camino de atajo para no pasar por la pista y en ese momento suena el móvil de Pep. Es un colega de la Sociedad de Arqueología. Pep contesta con voz jovial pero su cara enseguida se vuelve seria. “No me jodas”, dice y se sienta. Carles y yo nos alejamos para darle un poco de intimidad y cuando se reúne con nosotros, nos informa que el Secretario de la Sociedad de Arqueología murió la noche anterior de un infarto fulminante. Justamente, Pep había estado con él quizás una hora antes de morir, ayudando a montar un espectáculo para la Coral de Gironella. Se acababa de jubilar con 62 años de una caja de ahorros y estaba lleno de proyectos y aparentemente en perfecto estado de salud.

“No es justo”, protesta Carles. Aquí el lector me permitirá un pequeño inciso. Es cierto que la esperanza de vida ha mejorado mucho y una muerte repentina a una edad relativamente joven siempre impacta. Pero también es cierto que nadie nace con un certificado de longevidad garantizada en la mano y la estadística sólo es fiable para lo general, no para lo particular. Carpe diem, decían los filósofos. Si viviéramos cada día como si podría ser el último (y algún día lo será), seguro que cambiarán muchas cosas.

En el Coll del Reposador. Delante, Gotzera y Sobrepuny. El tiempo empieza a complicarse

Comemos en silencio en el Coll del Reposador, a la entrada de la Canal de Sant Miquel. Reflejando el estado de ánimo imperante, las nubes son cada vez más espesas y nos damos prisa para iniciar el descenso. Aquí, en los tramos de más pendiente, se nota más el paso de las motos, a pesar de que legalmente las motos no pueden salir de las pistas forestales. Hay motoristas que dicen que los caminos se conservan gracias a ellos. Pero, mirando las zanjas excavadas en la tierra por los neumáticos, ese argumento no me convence. “Habla de eso en tu blog”, me dice Carles. Y así he hecho.

Volvemos a empalmar con el camino de entrada en la Canal de la Fagedeta y deshacemos el camino ya recorrido hasta el coche. Una hora y media después, empieza a llover en Berga.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,5 km; 450 metros de desnivel acumulado.

20/4/2013 – Regreso a las Minas del Catllaràs

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Había quedado hoy con Josep Mª para utilizarlo como conejillo de Indias en la ruta de las minas del Catllaràs. Al ser una de las entradas más visitadas del blog, tenía la idea de proponerla como posible ruta guiada y quería ver sus reacciones. Pero después de las lluvias de ayer, la temperatura ha bajado sensiblemente y se nota un aire frío con viento del norte. Además, empiezo a tener síntomas de una especie de anginas y mucho me temo que pagaré muy cara esta salida.

Camino de la Mina del Moreno, todavía con aires de invierno

Pero ahora no hay vuelta atrás. Dejo aparcado el coche en el arranque del camino a la Mina del Moreno. Para más detalles, remito al lector a la descripción de la salida del 25/7/2011 ya que la ruta es esencialmente la misma. Pasamos por la Mina del Moreno, subimos a la Pleta de les Vaques, visitamos la chimenea y el pozo de ventilación de la Mina del Moreno y la barraca de los mineros (por cierto, alguien se ha llevado la pala). Al llegar a la fuente en la pista del Prat Gespador, vemos a grupos de personas que vienen recorriendo la pista en uno y otro sentido, uno guiado y otros autoguiados. Debo suponer que están promocionando esta “Ruta del Catllaràs” en la Pobla de Lillet o desde alguna web turística, enlazando trozos de GR y PR. 

Pleta de les Vaques

Hablando con esta gente, es inevitable darse cuenta del abismo entre conocer y no conocer una zona y lo mucho que se pierde siguiendo rutas señalizadas. Pero hay que ser humilde porque a mí me pasa lo mismo cuando voy a una zona desconocida para mí.

Antes de ir a la Roca de la Lluna, quería mostrar a Josep Mª el Joc de la Pilota, como buen lugar para llevar a su hijo. Se trata de un prado. Su atractivo reside en el hecho de que está oculto detrás de unas rocas, con una entrada estrecha desde el sur y otra desde el norte, dando la impresión de entrar en una especie de Shangri-La. Su nombre original es Prat de les Dameses y los caminos de entrada y salida forman parte de un PR. Cuando funcionaban las minas, los ingenieros ingleses que vivían en el Xalet del Catllaràs buscaban un lugar plano para jugar a fútbol. Éste fue el único lugar cercano que encontraron y se cambió el nombre para reflejar su nuevo uso.

Detrás de estas rocas se esconde el Prat de les Dameses

Aunque ahora empieza a invadirlo el bosque, es un lugar solitario que invita a quedarse un rato. Pero nosotros no podemos y, al salir, nos golpea el gélido viento del norte. Pero lo que para mí augura una pulmonía segura, para Josep Mª es una agradable brisa que refresca sin agobiar y le libera de esa sensación de asfixia que le produce este tiempo de abril, que seguramente pasará a la historia como uno de los más fríos.

Un gélido Puigmal

Llegamos al mirador de la Roca de la Lluna donde almuerzo apoyado en una roca, cerca del pequeño merendero y bien resguardado del viento, mirando el ir y venir de grupos de excursionistas. Desde allí, bajamos al Xalet del Catllaràs y luego a la Mina del Cable. Tengo la sensación de que alguna cosa más ha caído al suelo desde la última vez que estuvimos aquí la primavera pasada. 

Arranque del teleférico en la Mina del Cable

Continuamos hasta la Mina del Teixó y ya cansado, me irrito ante esta subida en línea recta por una fea pista de desembosque. Desde la bocamina, marcha un camino hacia arriba, que seguimos y parece ir hacia la Mina del Cable. Aunque ahora tenue, sin duda era el camino que conectaba las dos minas. Volvemos a la Mina del Teixó y, para acabar, subimos sin camino la fuerte pendiente hasta la Mina del Moreno, y de allí al coche.

Desde el interior de la Mina del Teixó

Pregunto a Josep Mª qué le ha parecido. Coincide conmigo en que la subida a la Mina del Teixó es el punto más débil pero en su día fue la mina más importante y sus restos siguen siendo los más espectaculares. Las ruinas dan un sentido de historia y del paso del tiempo y de ruinas tenemos muchos en el Berguedà, gracias a Dios, pero a mi modo de ver, faltan ruinas “arregladas” y sobran ruinas “destartaladas”.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,25 km; 550 metros de desnivel acumulado.
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